Suscríbete a nuestra Newsletter
¿Por qué nos cuesta tanto decir que no?
Los límites...
Poner límites puede hacernos sentir culpables, egoístas o incluso malas personas. Desde pequeños aprendemos a agradar, a evitar conflictos y a decir que sí aunque por dentro no queramos. Nos enseñan que ser buena persona es ceder, callar y adaptarse.
El problema es que vivir así nos desconecta de nuestras propias necesidades. Y con el tiempo, esto se traduce en saturación, agotamiento emocional y sensación de estar para todos… menos para uno mismo.

¿Y cómo saber si necesitas empezar a poner límites?
No siempre es fácil verlo, porque estamos muy acostumbradas a priorizar a los demás. Pero hay señales claras que te pueden ayudar a darte cuenta:
- Dices que sí aunque por dentro quieras decir que no.
- Haces cosas por compromiso, no por deseo.
- Te cuesta expresar lo que sientes o lo que necesitas.
- Te responsabilizas de la comodidad o bienestar de todos.
- Sientes que te exigen demasiado o que se aprovechan de ti
Si alguna de estas situaciones te suena, es hora de frenar y escucharte
Poner límites no es egoísmo, es autocuidado
A veces sentimos que si ponemos un límite alguien se va a enfadar, decepcionar o incluso alejar. Pero quien se aleja por respetarte… no estaba respetándote.
Poner límites no significa hacer daño. Significa ser clara, honesta y cuidarte sin necesidad de justificar cada paso. No necesitas escribir una novela para decir “no”.
Aquí tienes ejemplos simples:
“Gracias, pero hoy necesito descansar.”
“Prefiero no hablar de ese tema ahora.”
“No me viene bien, pero te aviso si puedo.”
Decir que no a lo que no quieres, es decirte sí a ti.
Clave para empezar a poner límites sin culpa
Aquí te dejo algunas ideas que puedes empezar a practicar desde YA:
- Escúchate antes de responder. No digas que sí por impulso. Haz un descanso y pregúntate: ¿quiero o no quiero esto?
- Practica frases cortas y claras. “Ahora no”, “lo pensaré”, “no me apetece”. No hace falta más.
- Evita dar demasiadas explicaciones. Cuanto más justificas, más dudas generas en ti mismo y en los demás.
- Sé firme pero amable. No necesitas enfadarte para marcar un límite. Ejemplo: “Entiendo que te moleste, pero necesito hacerlo así.”
Recuerda que decir no es sano. No pasa nada por elegirte. De hecho, es lo mejor que puedes hacer
Y ahora...cuéntame tú...
Si poner un límite aleja a alguien, es porque esa persona estaba cómoda con que no los pusieras. Y aunque duela, eso también es información importante. Poner límites no rompe relaciones, rompe rutinas que no te estaban haciendo bien. Es un proceso que se aprende, se practica y se mejora. Y sí, cuesta al principio. Pero después… se siente libertad. ¿Te cuesta poner límites? ¿Te sientes culpable cuando lo haces?